El Club Centro de Ajedrez CajaCanarias enseñó los beneficios de su actividad a varios jóvenes de Valle Tabares.
"Antes me daba igual todo; ahora, con el ajedrez, he aprendido a tomarme las cosas con más calma y a pensar, cosas que antes no hacía". La aseveración sale de la boca de un interno de Valle Tabares que participa en el Programa de Atención Terapéutica (ATE). Sentado en la mesa, con una tablero enfrente y su mente como único recurso para evadirse de una realidad que apesadumbra a muchos jóvenes faltos, en su momento, de alguien que los llevara de la mano.
La Fundación CajaCanarias, con el Club Centro Ajedrez, en la Cruz del Señor, como epicentro de su actividad ajedrecística, saca recursos para que muchos menores recuperen el rumbo en la vida. Aún hay tiempo cuando la ilusión rebosa por los poros de un puñado de chicos, de todas las Islas, que han encontrado en las 64 casillas el refugio que tanto buscaron años atrás. Un día a la semana reciben clases para saciar sus ansiar de conocimiento.
"Cualquiera puede cometer un delito y luego insertarse nuevamente en la sociedad", afirma Ulises Soler, un cubano que hace doce años dejó la industria azucarera en su país para terminar siendo un guía para muchos de estos jóvenes. "Aunque sean 30 minutos concentrados, vale la pena. Aprenden a pensar jugando y no hay nada más gratificante que verlos progresar y sobre todo creer en algo", asevera el instructor.
Con edades comprendidas entre los 15 y los 18 años y seis meses de iniciación con Ulises, con quien han aprendido las nociones básicas, los primeros movimientos de las piezas, contabilizan cuatro horas semanales de juego, una en la sede del club que preside el Gran Maestro José Luis Fernández, que ha delegado en Tony López para que siembre la semilla en la mente de los chicos y despierte aún más sus inquietudes.
"Las sensaciones son muy buenas", reconoce el monitor del Club Centro, no sin admitir que, "al principio, cuando me lo dijeron, tuve dudas y pensé que serían problemáticos, pero nada más lejos de la realidad. Me tratan con mucha educación y entre ellos existen muchas ganas de mejorar. Se nota su evolución y que el ajedrez les ayuda. Antes eran muy impulsivos y hacían cosas sin pensar. Ahora, razonan y toman decisiones de otra manera".
Seis años lleva Ulises Soler promocionando el ajedrez en Valle Tabares como un método que ofrece resultados tangibles para sus quehaceres cotidianos más allá del centro. Alrededor de medio centenar de internos se han beneficiado de las bondades de esta práctica deportiva que, según los propios jugadores, "engancha". "A veces recibimos una mala llamada y nos dan ganas de hacer locuras". cuenta uno de ellos, "pero el ajedrez nos ha dado opciones que antes no teníamos".
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